Psicoterapia Adultos
Psicoterapia Adultos
En la adultez, el malestar suele estar atravesado no solo por la historia personal, sino también por mandatos de género, exigencias sociales, modelos de familia, formas de relación y desigualdades que pesan sobre cada cuerpo de manera distinta. Aparecen conflictos ligados a la identidad, al trabajo, a los vínculos afectivos, a la maternidad y paternidad, al deseo, a la autonomía y a la presión por “funcionar” según normas que no siempre se ajustan a la propia vida.
Los síntomas más frecuentes —ansiedad, depresión, estrés laboral, dificultades de pareja, culpa, baja autoestima, crisis vitales o la reactivación de traumas pasados— suelen ser formas de decir algo que no encuentra todavía su lugar.
La psicoterapia ofrece un espacio seguro para pensar el propio malestar sin juzgarlo, comprenderlo en su contexto y transformar lo que limita la vida. Acompaño procesos que permiten construir una posición más libre, deseante y digna en relación con uno mismo, con los demás y con el entorno.
Psicoterapia Madurez
La madurez trae consigo transformaciones profundas: el climaterio, el nido vacío, la jubilación, la reorganización de los vínculos y los cambios del cuerpo. No son simples “etapas biológicas”, sino procesos que tocan la identidad, el deseo, el lugar en la familia y el modo de estar en el mundo.
En este momento pueden aparecer ansiedad, depresión, angustia ante el envejecimiento, soledad, crisis de identidad, duelos acumulados o desorientación tras la salida de los hijos del hogar o el fin de la vida laboral. También se reactiva la pregunta por el sentido, el deseo propio y la finitud.
La terapia ofrece un espacio para nombrar lo que duele sin vergüenza, comprender la dimensión emocional y simbólica de estos cambios y acompañar la construcción de nuevas posiciones subjetivas más libres, más propias y menos marcadas por la culpa o la expectativa social. Es un tiempo para recolocar el deseo, rehacer los vínculos y habitar esta etapa con dignidad, lucidez y mayor bienestar.