CLIMATERIO: la transición vital que la cultura silencia

Publicado el 15 de noviembre de 2025, 20:39

Mirada clínica desde una psicóloga con perspectiva de género en Zaragoza

El climaterio —ese territorio difuso entre la perimenopausia y la menopausia— se ha narrado durante siglos como un final: el ocaso de lo fértil, lo útil, lo femenino. Una lectura patriarcal, simplista y violenta que reduce este proceso a pérdida, decadencia o deterioro.

Como psicóloga en Zaragoza, acompaño a muchas mujeres que viven esta etapa con confusión y soledad, no porque sea un trastorno, sino porque no existe un lenguaje digno que nombre lo que ocurre en sus cuerpos, vínculos y deseos. El climaterio no es un final: es una travesía psíquica, corporal y simbólica que exige cuidado, palabra y perspectiva.

El climaterio como ruptura simbólica: lo que Lacan sí nos permite pensar

Lacan señalaba que lo femenino es “no-todo”: un lugar abierto, móvil, no capturable por una lógica fija. Pero la cultura patriarcal se ha esforzado en convertir a las mujeres en un “todo”: madres, fértiles, disponibles, productivas.

Cuando llega el climaterio, la mujer deja de funcionar para ese sistema. Ya no es “útil” como madre potencial, ni como cuerpo joven, ni como objeto de deseo estandarizado. Y ahí aparece el conflicto: no es el cuerpo el que duele, es el mandato que se derrumba.

El climaterio pone en crisis la pregunta por el lugar:
¿Quién soy cuando no cumplo aquello que la cultura exigía de mí?

Es ahí donde el malestar adquiere sentido: no surge del cuerpo en transición, sino del modelo simbólico que nunca nos perteneció.

Despentes, Preciado y la crítica necesaria al mito de la mujer-máquina

Virginie Despentes denuncia en Teoría King Kong que a las mujeres se las valora por su utilidad para otros. El climaterio muestra el absurdo de esa lógica: cuando ya no “sirves” para reproducir, te conviertes en una figura borrosa, una sombra cultural.

Beatriz Preciado, desde su lectura crítica del biopoder, explicaría que el cuerpo femenino ha sido un territorio político: controlado, hormonado, medicalizado. En el climaterio, ese cuerpo escapa del guion: ya no garantiza productividad ni control. La transición hormonal se convierte entonces en un acto radical de autonomía biopolítica.

Las teorías queer también aportan una visión imprescindible:
el género no es un destino.
La biología no dicta identidad.
La fertilidad no define el valor de un cuerpo.

El climaterio, desde esta lectura, abre una grieta donde la subjetividad puede reinventarse.

El silencio como herida: el problema no es el climaterio, sino la vergüenza

La sociedad permite hablar del embarazo, de la lactancia y de la maternidad —siempre bajo narrativas idealizadas—, pero censura todo aquello que hable de pérdida, envejecimiento, transformación o deseo femenino no normativo.

Eso provoca tres efectos psicológicos profundos:

1. La culpa

“¿Por qué me siento así si es normal?”
Porque lo normal no es excluir lo emocional.

2. El aislamiento

Las mujeres viven cambios corporales y psíquicos intensos sin espacios para contarlos.

3. La autoexigencia

El mandato de ser “enérgica, joven y estable” se vuelve insoportable.

El climaterio no es una enfermedad: es una etapa vital que merece palabras, comunidad y acompañamiento.

El cuerpo que cambia: ¿pérdida o transición?

Los sofocos, los cambios en el sueño, la variabilidad emocional, la redistribución del peso, la disminución del deseo… no son fallas. Son movimientos del cuerpo que reconfigura su economía hormonal y energética.

Pero la lectura cultural suele ser devastadora:
—“Estás mayor.”
—“Se te nota la menopausia.”
—“Eso es que ya no estás como antes.”

El cuerpo se convierte en escenario de vergüenza. Y la vergüenza es una de las experiencias más perjudiciales para la salud mental.

Lo que necesitamos es un cambio de marco:
El climaterio no marca un final, sino una transformación del deseo, del vínculo con el propio cuerpo y del sentido vital.

¿Qué se mueve en el deseo durante el climaterio? Una lectura feminista-lacaniana

Lacan plantea que el deseo nunca es cerrado, que siempre se desplaza.

 

En el climaterio, el deseo:

  • deja de estar capturado por la función reproductiva,

  • deja de responder al mandato de agradar,

  • puede desligarse de la mirada externa,

  • puede volverse más propio, más íntimo, más libre.

Muchas mujeres descubren, por primera vez, un espacio donde el deseo no tiene que justificarse.
Es un período de reconstrucción subjetiva muy potente, aunque la cultura no lo legitime.

Cómo acompañar el climaterio desde una perspectiva de género

1. Nombrar la transición

Poner palabras al malestar lo vuelve habitable.
Negarlo lo intensifica.

2. Despatologizar

No es un trastorno.
Es un proceso vital.
El cuerpo no está fallando; está cambiando.

3. Crear nuevas narrativas sobre el cuerpo

Huir del discurso de la “pérdida”.
Construir un lenguaje de transformación.

4. Revisar la relación con el deseo

Preguntarse:

  • ¿Qué quiero ahora?

  • ¿Qué deseo desde este cuerpo nuevo?

  • ¿Qué lugar quiero ocupar?

5. Buscar acompañamiento terapéutico

La terapia con perspectiva de género permite trabajar
la culpa,
la autoexigencia,
el vínculo con el cuerpo
y la reconfiguración del deseo.

Climaterio: un renacimiento posible

El climaterio es una de las etapas más ricas de la vida psíquica, pero sólo si se le da espacio, palabra y respeto.

No es el final de nada:

es la posibilidad de una subjetividad más libre, más profunda y más auténtica.

Si estás atravesando esta etapa y buscas una psicóloga con perspectiva de género en Zaragoza, puedo acompañarte a comprender, habitar y transformar este proceso sin culpa y sin silencios.

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